Cuando el hombre transforma un espacio natural para
poner en marcha campos de cultivo o explotaciones ganaderas generalmente
ocasiona una grave afección a la fauna de la zona debido a la alteración o
destrucción de los ecosistemas existentes. Estas actuaciones conllevan la
desaparición de especies que sólo pueden vivir en ciertos hábitats y favorecen
la instalación de otras especies más oportunistas y menos exigentes en sus
requerimientos biológicos. De todas formas, en conjunto, este tipo de
actuaciones siempre ocasiona una pérdida de riqueza faunística que está llevando
al borde de la extinción a algunas especies en todo el mundo.
Biodiversidad de fauna
No ha ocurrido lo mismo, afortunadamente, con la transformación de los terrenos
donde actualmente se encuentran los arrozales de Arguedas y Tudela. Estos
terrenos, antes de su transformación en campos de cultivo, estaban cubiertos por
vegetación ribereña y esteparia. Al ser suelos altamente salinos los diferentes
cultivos que se experimentaron en estos terrenos fracasaron. Tras un período de
abandono, se probó el cultivo del arroz con éxito, lo que ha servido para evitar
los procesos de erosión que se estaban produciendo y para crear un ecosistema
que ha supuesto un aumento espectacular en la biodiversidad de esta zona. Los
arrozales ofrecen durante todo el año cobijo y alimento a un importante número
de especies, principalmente aves. La alta concentración de cangrejos, roedores,
ranas, sapos, insectos, así como la gran cantidad de grano que cae al suelo
durante la cosecha, sirve de alimento a muchas especies de aves, algunas de las
cuales se pueden observar en Navarra gracias a la existencia de los arrozales, y
otras han aumentado considerablemente su población. La capacidad de acogida de
estos cultivos se ha incrementado con la instalación de las balsas de
decantación de Valtierra y Arguedas, donde las aves encuentran un lugar donde no
son molestadas al estar las balsas valladas.
Una relación de las aves que se pueden encontrar a lo largo del año en esta zona
son aguilucho lagunero, cenizo y pálido, ratonero, milano negro y real,
cernícalo, gavilán, águila pescadora y esmerejón entre las rapaces; garza real e
imperial, cigüeña blanca y negra, garcilla bueyera y cangrejera y avetorillo
entre las garzas y afines; gaviotas de distintas especies; la práctica totalidad
de los limícolas migradores europeos, además de la mayoría de los nidificantes
en Navarra, destacando la importante colonia de cigüeñuela existente en la zona,
y un gran número de pequeños pájaros.
Aun siendo alto el número de especies que nidifican en estos arrozales, la
importancia de los mismos reside en las buenas condiciones de acogida que tienen
para las miles de aves migradoras que cruzan dos veces al año tierras riberas en
sus viajes migratorios. Son muy llamativos los grandes bandos de limícolas (aves
ligadas a las aguas poco profundas), las cigüeñas, garzas, gaviotas, grullas,
ansarones y rapaces que se pueden observar en otoño y primavera alimentándose y
descansando en los arrozales. Durante todo el invierno estamos disfrutando con
la presencia de una familia de grullas (la pareja con su hijo) que se han
quedado con noso-tros, posiblemente, por la lesión que sufre uno de los adultos
en una pata. La puesta en marcha de estos cultivos ha contribuido al
espectacular aumento de la población de cigüeñas en la Ribera de Navarra, ya que
en ellos encuentran ranas, roedores, e insectos, parte fundamental de su
alimentación. Tras la cría, se pueden observar concentraciones de hasta 400
ejemplares, entre los que se encuentran algunas cigüeñas de la localidad de
Alfaro.
Cita para los amantes de las aves
La importancia de estos arrozales para las aves está motivando que un gran
número de aficionados a la observación y el estudio de las aves, de Navarra y de
las provincias limítrofes, acudan a esta zona para poder deleitarse con el
maravilloso espectáculo que supone la presencia de tantas aves en nuestra
Ribera. Si eres aficionado a la Naturaleza y en especial a la observación de la
aves, no lo dudes, acércate y disfruta.
Marta Elía
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