TURISMO

 

TURISMO  --  CALATAÑAZOR

En la provincia de Soria es parada obligatoria para quien desee disfrutar de un ambiente distinto, hacer un alto en una pequeña localidad, pero con un encanto superior: hablamos de Calatañazor. A 125 kilómetros de Tudela se encuentra este conjunto histórico artístico de enviadiable belleza. Esta pequeña villa parece haber sido olvidada por la evolución histórica. Sus humildes casitas fabricadas con entramado de madera de sabina, encestado de ramas con barro, adobe o en el mejor caso de ladrillo, configuran el aspecto medieval de Calatañazor.

Todavía se conserva parte de su castillo, muy deteriorado, desde el cual se pueden observar varias tumbas de origen celta. De hecho cerca del pueblo, subiendo por una colina y preguntando a los vecinos podremos llegar a visitar los restos de un poblado celta. Llegar a Calatañazor, donde dicen que Almanzor perdió su tambor, puede ofrecer, a veces, algunas sorpresas, porque los buitres casi pasan rozando por tu cabeza y es un gran espectáculo verlo desde la cima del castillo. Unos buitres que parecen haberse acostumbrado a las miradas de los turistas.


Pero tiene otros muchos encantos, como sus gentes, amables y siempre dispuestas a enseñar sus cocinas y utensilios antiguos.
No desprecien el ofrecimiento porque verá realmente cómo son estas casas y cómo viven sus gentes. Lo cual no quiere decir que Calatañazor no esté dentro del mundo de hoy. Porque verá muchos turistas sobre todo de Madrid que se llegan hasta la localidad después de haber comido en el Burgo de Osma y sus famosas jornadas del cerdo.  Luego están los restaurantes y bares. No podría recomendarles uno porque todo son excelentes. Incluso una pequeña taberna que está regentada por dos personas mayores y que, aprovechando la oleada, se las apañaron para adecuar su entrada. Allí encontraremos a un señor mayor detrás de una mesa camilla, de lo más simpático. Luego está una cantina que ofrece unos vinos y quesos excelente, además de música adecuada para el lugar. También se puede dormir, en el Hostal, donde hubo un día frente a él un gallo que te despertaba a las seis de la mañana. Pero a alguien le debió disgustar despertarse tan temprano y acabó con el gallo. La verdad es que se le echa de menos, a pesar de todo.

    Fotos:   Calatañazor (Marta: en la tercera columna)