A CORUÑA En nuestro peregrinar por tierras gallegas no podemos
dejar de detenernos en La Coruña. Quizás la capital resulte menos atractiva
por su mayor dimensión y aspecto más industrial y comercial, sin embargo no
hay que olvidar que allí, en su puerto, se encuentra una de los grandes
tesoros de la humanidad. La torre de Hércules, el gran faro romano. De la
primitiva queda parte de sus cimientos que podemos observar nada más entrar
a la actual torre, y que han sido estudiados con detenimiento. Así que no se
olviden de leer los paneles informativos que existen para valorar en su
justa medida lo que van a ver. Tras hacer el recorrido por la antigüedad,
queda lo más difícil, subir y subir, el montón de escaleras que conducen a
los alto del faro, que hace dos mil años se encendió y que todavía sigue
haciéndolo para guiar las naves hacia la ciudad. Dicen que desde lo más
alto, en días claros, se pueden ver las costas de Gran Bretaña. Aún si no se
ven el espectáculo es enorme, y no digamos la satisfacción de haber podido
llegar. Allí, visitante, puede que sienta deseos de quedarse contemplando la
inmensidad del mar. Ciertamente, la Coruña tiene otros muchos atractivos, el
largo paseo marítimo, el castillo de San Antón, sus playas, museos y
cantidad de rincones lleno de encanto que le viajero encontrará, por
supuesto caminando y caminando. Pero no hay problema, siempre lo podrá hacer
tranquilamente saboreando los generosos ribeiros y cómo no, los pescados más
frescos, no en vano, La Coruña es uno de los puertos pesqueros más
importantes de Europa.
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